EUROPA
PRESS
29 julio
2016
Una nueva investigación de científicos de
El
sistema renina-angiotensina (RAS, por sus siglas en inglés) controla la presión
arterial y es importante para la salud cardiovascular. Muchos de los
medicamentos utilizados para tratar la hipertensión (presión arterial alta) y
la insuficiencia cardiaca bloquean o inhiben RAS.
La
evidencia creciente sugiere que RAS también juega un papel en el control del
balance de energía y la tasa metabólica y, por lo tanto, puede ser importante
en la obesidad. Sin embargo, dependiendo de en qué parte del cuerpo está
funcionando este sistema hormonal, puede tener efectos opuestos sobre el
aumento de peso.
Cuando
RAS está elevado en el cerebro, aumenta el gasto de energía mediante el
incremento del metabolismo en reposo, lo que resulta en la pérdida de peso. Sin
embargo, el aumento de actividad de RAS circulante en el cuerpo (RAS
periférico) --que se produce durante la obesidad en los seres humanos y
animales de experimentación-- tiene el efecto contrario, la disminución del
metabolismo en reposo y el aumento de la ganancia de peso.
"En
un nivel muy simplista, se puede pensar en RAS cerebrales como el pedal del
acelerador del metabolismo y RAS periférico (circulante) como el freno, con la
angiotensina como conductora", explica el autor principal del estudio,
Justin Grobe, profesor asistente de Farmacología en
Supresión del metabolismo en reposo
El
trabajo, que se publicará el 9 de agosto en 'Cell Reports', muestra cómo el RAS periférico suprime el
metabolismo en reposo. Los nuevos hallazgos revelan que en ratones, la
angiotensina circulante reduce la tasa metabólica en reposo mediante la
activación de su receptor menos común (receptor de la angiotensina II tipo 2 o
AT2) específicamente en las células grasas subcutáneas.
Entender
mejor cómo RAS actúa en formas específicas de tejido y del receptor para
influir en el balance de energía en última instancia puede ser útil para el
desarrollo de nuevas formas de tratar la obesidad y los problemas de salud
asociados con ella.
Grobe y sus
colegas, entre ellos la autora del estudio Nicole Littlejohn,
analizaron ratones genéticamente modificados para tener un RAS cerebral hiperactivo.
Estos roedores tienen aumentada la tasa metabólica en reposo y la pérdida de
peso en comparación con los roedores control a pesar de presentar niveles
similares de ingesta de alimentos y la actividad física.
Aumento de la termogénesis
Los
investigadores descubrieron que el aumento de la tasa metabólica en reposo en
los ratones se debe al incremento de la producción de calor (termogénesis) en
las almohadillas de grasa subcutánea en las caderas de los animales -un tipo de
grasa a menudo considerado "sano"--, mientras que la grasa abdominal
que rodea los órganos internos, que se piensa que es "poco
saludable", no mostró aumento de la termogénesis.
Cuando
los investigadores activaron los receptores AT2 en las células grasas
subcutáneas, los ratones aumentaron de peso sin cambiar el comportamiento de
alimentación, lo que sugiere que la activación de los receptores AT2 disminuye
la tasa metabólica basal. La activación de AT2 imita lo que sucedería cuando se
eleva el RAS periférico.
En
concreto, el equipo encontró que la activación de los receptores AT2 reduce la
cantidad de proteína UCP1 fabricada en las células de grasa subcutánea. Esta
proteína es importante para la producción de calor y cantidades reducidas de
UCP1 interfieren con la capacidad de las células de grasa para generar calor.
"Si
las células de grasa son el tejido termogénico
(generación de calor por la quema de calorías), se puede tener una potencia más
grande o presionar el pedal del acelerador más fuerte para crear un efecto más
grande --dice Grobe--. Nuestro estudio muestra que la
angiotensina está modulando el tamaño de la potencia (cantidad de UCP1), pero
no está pisando el pedal del acelerador".
El
equipo también buscó otras vías de señalización afectadas por la activación de
AT2. Mediante el uso de perfiles de expresión génica, se centraron en un
conjunto de genes implicados en la vía de señalización del factor de
crecimiento epidérmico (EGF). Se sabe que la señalización de EGF contribuye a
la diferenciación de las células de grasa y los nuevos hallazgos sugieren que
la activación de los receptores de la angiotensina AT2 en las células grasas
subcutáneas interfieren con este proceso, aunque no se
conoce aún el mecanismo molecular preciso.
"En
muchas maneras, la activación del receptor AT2 [mediante el aumento del RAS
periférico] está interfiriendo con la capacidad de la célula para producir
calor" --dice Grobe--. Es muy coherente con la
observación clínica de que la angiotensina periférica sube durante la obesidad.
Esto es probablemente por lo menos uno de los mecanismos por los que ese exceso
de angiotensina está perpetuando la obesidad. Debido a que está diciendo al
cuerpo que ralentice su metabolismo, el cuerpo se vuelve más grande".